viernes, 24 de octubre de 2008

Diario del Dolor.- Pierdo el control

Y lo desconocido es otra cosa: surca frágil la silla con algo de voluminoso entre tantos cuerpo objetos, volúmenes que no toman en cuenta su aparición y si lo hacen es con torpeza, con algo de terror callado, de asco casi, por que el ser humano es eréctil cualquier otra postura es aberrante, ver a un perro cojear tiene apenas un toque de anomalía, maneja también su cojear el perro que pronto es su habilidad lo que nos asombra no su defecto, la silla en cambio, tiene unos trazos bien diseñados congruentes, lo que la saca de proporción para colocarla en la dimensión de lo grotesco en la figura humana que se arrolla en ella, esa figura humana que parece tan expuesta por que paredes y techos no proyecta ningún cobijo para ella, tan fácil imaginarla sobre la superficie redonda del planeta irradiando no se sabe que, a donde pretende ir, al hacer que, mas vale apartar los ojos y ver la línea tensa de los semáforos con su cuello inclinado, los vehículos cargados de gente que se sientan temporalmente dentro de ellos, las banquetas repletas llenas de peatones tan bien colocados sobre ella.

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