Hay cosas peores que la prisión: cuando me senté ante mi escritorio dolor me miro extrañado, pensé que no te vería en meses, ¿por que no me verías mas? dije abriendo mi cuaderno, pero no, aquí estoy de regreso, aun que eso no es exacto, no de regreso, aquí estoy pero en el vacio, estoy colocado en el vacio, si creías que la espera era peor, espérate a estar una vez en el vacio, con lo único que se me ocurre compararlo es no haberte quedado en la anestesia, no muerto, solo anestesiado se siente rarísimo, dolor no entendía, en algunas cosas dolor mas bien es normal, los vericuetos, las sutilezas no son su fuerte, cierra la boca le dije, voy a tratar de explicar, íbamos dando los pasos señalados quien sabe por quien pero señalados, como seguir un trayecto numerado, clarísimo, aun que no se lograra bien su diseño total y de repente se trunco, no eso es demasiado brusco, se desinflo, todo lo caminado se desinflo, ya no veías la línea mucho menos los números, eso mi querido dolor se llama vacio, te quedas colgado sin tener en donde pisar, te metes en una cambian de teléfono, que se te aparecen como paraderos en el espacio y comienzas a marcar números, pero sabes que es un gesto de inutilibilidad el eterno sonar del timbre, los no se, por que no llama mejor ha, números y mas números, tonos amables pero tan distantes e irreales, no hay realidad alguien te esta inventando en un arranque de ocio, dolor me mira ante si, no sabe que hacer, decidir regresar no fue un acto de lujo, de desentendimiento, fue un acto de salud, creo, para ver si desde aquí se puede recuperar la perspectiva.